Siempre se ha dicho popularmente que el De Tomaso Mangusta fue bautizado con ese nombre (que significa mangosta) después de que no se concretase un acuerdo con Carroll Shelby para que fabricase la siguiente generación de Shelby Cobra en Italia bajo el paraguas de De Tomaso. La mangosta es el único animal capaz de matar y comer cobras que hay en el mundo y son conocidos por ser unos animales valientes y ágiles… con la ventaja añadida de contar con unos receptores de acetilcolina diseñados para evitar el efecto neurotóxico del veneno de las serpientes.
No te garantizamos que la historia del nombre del De Tomaso Mangusta fuese así, pero de ser cierta, la sutileza de su elección sería maravillosa. Y no acabamos de creerlo ya que, a pesar de que el acuerdo no fructificase, también se dice que Alejandro de Tomaso y Carroll Shelby continuaron siendo grandes amigos… hasta hay rumores de que los primeros motores que usaban las primeras unidades del Mangusta fueron construidos realmente por los ingenieros de Shelby en los EE.UU.
El De Tomaso Mangusta fue lanzado en 1967 para sustituir al De Tomaso Vallelunga, un coche que había nacido tan plagado de problemas que se fabricaron menos de 60 unidades. El nuevo Mangusta fue concebido para lidiar con otros coches italianos con motor central de la época. Para ello fue equipado con un V8 americano de 4.727 cc y, dependiendo de la localización del envío, con 289 CV o 302 CV (532 NM de par), acoplado a un cambio ZF de cinco velocidades. Y todo ello vestido con una carrocería impresionante, diseñado por Giorgetto Giugiaro.
El coche triunfó y fue todo un éxito (teniendo en cuenta que se trata de un fabricante de pequeña escala). De Tomaso vendió aproximadamente diez veces más Mangustas que problemáticos Vallelungas. El diseño del coche y su corazón americano se llevó a conquistar el mercado de EE.UU., donde se vendieron 251 unidades. Su gran ventaja era la facilidad de mantenimiento y lo baratas que resultaban las piezas del motor. Por eso se convirtió en un coche exótico muy popular, porque se estima que los costes de mantenimiento de un De Tomaso Mangusta son un 80 % más bajos que los de un Lamborghini o Ferrari equiparable de la misma época.
El De Tomaso Manugusta tuvo que hacer frente a unos cuantos desafíos técnicos. Su chasis no destacaba demasiado por su rigidez y la distancia al suelo era tan baja que casi podría ser utilizado como barco durante una inundación. Sin emvbargo, su desequilibrada distribución de pesos del 32 /68 ( delantera / trasera) lo convertía en uno de esos coches amigos de cruzarse cuando se conduce de forma deportiva… Y alcanzaba 249 km/h de veolicidad punta.
Esto último acababa de conquistar a muchos, sobre todo a aquellos que piensan que no estás conduciendo hasta que las ruedas traseras superan el paragolpes delantero y los neumáticos crean suficiente humo para causar estrés postraumático a los exfumadores.
El De Tomaso Mangusta pesaba apenas 1.322 kilogramos y medía 4.275 mm de largo, 1.834 mm de ancho y 1.100 mm de altura, apenas tres centímetros más alto que el Ford GT40. El clásico de cuña de Giugiaro se ve impresionante desde cualquier ángulo. Por último, las puertas de ala de gaviota sobre el motor ofrecen una manera maravillosamente nada sutil de mostrar el motor V8. En el interior del De Tomaso Mangusta, nos hemos enamorado de la palanca de cambios, con una dispsicion y diseño que echamos de menos hoy en vehículos que se dicen «deportivos».
Hemos rescatado la historia del De Tomaso Mangusta ya que en apenas un mes, el 10 de mayo, RM Auctions subasta en Mónaco una unidad, esta verde que ves en las imágenes. ¿Caro? Por supuesto. Se espera que alcance un precio de 200.000 dólares, aunque recuerda, es un coche inmune al veneno de las picaduras de serpiente.
Fuente: RM Auctions
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