Desde que comenzó la apuesta fuerte por la electrificación ha habido mucho debate sobre la viabilidad de esta tecnología. Mientras que en otros países ha habido una penetración mayor, en España todavía ocupan un porcentaje muy reducido y hay varios motivos. El primero siempre suele ser el elevado precio de estos modelos, que los alejan de muchos usuarios. El segundo es la infraestructura, que muchos considerarían escasa y mal repartida. Sin embargo, hay opiniones divididas en este aspecto.
Recientemente, el presidente de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (Aedive) declaró que no había ningún problema en ese aspecto. Según su opinión, se trata más de un «fallo en la estrategia de comunicación«, que está generando un temor sobre la infraestructura de recarga. Reconoce que todavía hay retos para viajar en coche eléctrico porque falta mayor desarrollo de las baterías (para ganar autonomía) y evolución de la potencia de carga (para recargar más rápido).
Si analizamos la infraestructura de recarga, según los últimos datos, vemos algo más de 35.000 puntos de carga en España. Es un incremento importante, aunque sigue por debajo de los objetivos formulados inicialmente. Estamos entre los diez países europeos con mayor cantidad, también teniendo en cuenta la extensión del territorio. Aún así, la cifra está por debajo de referentes como Países Bajos y Alemania, e incluso de otros vecinos como Francia (más del doble) o Italia. Sin embargo, se habla mucho de la situación de esos puntos.
El tamaño de España hace que las conexiones por carretera sean más extensas que en otros lugares. Un estudio reciente de Parclick habla de que en torno a Madrid, Barcelona y Valencia apenas hay 1.384 de puntos de recarga rápida. Eso significa que salir/entrar de/a las ciudades más grandes se complica debido a que no hay oferta para tanta demanda, sobre todo en situaciones de operación salida/retorno. Parece que es un debate que siempre existirá y cada usuario tendrá un motivo para comprar un eléctrico o no hacerlo.
En todo caso, afectan más factores a la venta de este tipo de vehículos como el poder adquisitivo, las ayudas que haya por parte de la administración pública o la conciencia medioambiental de la persona. Según datos del Arval Mobility Observatory, el 70 % de los conductores nunca ha conducido un eléctrico. Esto también se traduce en un desconocimiento de la tecnología y falta de argumentos suficientes para crearse una opinión más precisa. Es cierto que puede fallar la comunicación, pero parece que también el interés. Veremos cuando las restricciones se vayan endureciendo en los próximos años.