Los coches eléctricos. Maravillosos medios de transporte que prometen gran confort con todas las ventajas de un motor de combustión y ninguno de sus defectos. Cierto es que aún les queda un trecho para explotar sus máximas capacidades, pero su evolución en la última década ha sido exponencial. Todos somos conocedores de algún prototipo adelantado a su tiempo, pero no ha sido hasta pocos años cuando han proliferado. Y entonces me pregunto: ¿Cuál fue el primer coche eléctrico “serio”?
Seamos sinceros. Cuando el Mitsubishi i-MiEV apareció por primera vez en escena en 2009, las reacciones fueron mixtas, por así decirlo. Si realmente fue el pináculo de la tecnología eléctrica del momento, entonces no debería haber sido muy prometedor en el segmento en general. Pero rara vez la vida es tan blanca y negra. A veces, cuando un coche parece un poco… patético, en realidad es el comienzo de una industria floreciente lista para conquistar el mundo tan pronto como se resuelvan todos los problemas.
Hay fundamentos sólidos de que este es el caso con el i-MiEV. Era un coche del que la gente se reía en su época. Pero ahora, parece el comienzo de una nueva era para la industria. Antes del este pequeño Mitsubishi, los vehículos eléctricos eran poco más que unos intentos de microcoches que no disfrutaban del beneplácito de, bueno, casi nadie. Solían ser pequeños cubos de basura plástico rodantes terriblemente lentos, poco refinados y que agotaban sus baterías después de lo que podríamos considerar un paseo matutino.
Esta noción comenzó a cambiar no con el Tesla Roadster original, como muchos te harán creer, sino con el Mitsubishi i-MiEV. Haciendo su debut para los clientes de flotas japonesas en julio de 2009, el i-MiEV fue sin duda una gran evolución para los vehículos eléctricos en general. Sí, no era especialmente atractivo, y sí, era bastante lento. Pero, al menos, podrías incorporarte a cualquier autovía/autopista en un i-MiEV. Sus 67 CV y 196 Nm daban para un sprint de 0 a 100 km/h en 15,9 segundos y una punta de 130 km/h.
De hecho, el i-MiEV fue el primer coche eléctrico producido en masa capaz de hacer algo más que moverse unos pocos kilómetros por la ciudad. También fue uno de los primeros eléctricos fabricados en gran volumen, siendo el primer coche sin un motor de gasolina que se venda en más de 10.000 unidades (verificado por el Libro Guinness de los Récords en 2011). También es de mencionar que el i-Miev se vendió en Europa como Peugeot iOn y Citroën C-Zero prestando servicios de carsharing, estableciéndose como un líder.
Las cifras de rendimiento del Mitsubishi i-MiEV no eran exactamente nada del otro mundo. Su motor eléctrico de imán permanente de 49 kW, junto con su batería de iones de litio de 16 kWh (15,2 kWh útiles) competía con sus homólogos de similar tamaño y potencia, aunque con una autonomía de apenas 160 kilómetros y un precio sustancialmente más alto (más del doble). Pero incluso con estas deficiencias, había mucha tecnología interesante en el i-MiEV que la industria de los vehículos eléctricos, 10 años después, dio por sentado.
Cosas como el sistema de frenado regenerativo, distintas posibilidades de carga o la capacidad de alimentar una casa en caso de emergencia. Después del terremoto y tsunami de Tohoku de 2011, Mitsubishi aceleró el lanzamiento del MiEV Power Box. El dispositivo permitía que un i-MiEV se conectara a la red eléctrica de una vivienda para proporcionar la energía pertinente a los electrodomésticos en caso de un corte de energía. Y el i-MiEV no solo era muy avanzado en tecnología para su época, también era muy seguro.
Junto con sus homólogos europeos de Peugeot y Citroën, obtuvieron cuatro de cinco estrellas en las pruebas de la Europ NCAP. Estas valoraciones fueron confirmadas por la estadounidense NHTSA, que también otorgó al i-MiEV una puntuación de cuatro sobre cinco. Esto incentivó las ventas del modelo, ya que se han vendido un total de casi 30.000 unidades desde finales de la década del 2000. Un número que se mantuvo como el récord mundial de ventas de vehículos eléctricos hasta la llegada de gigantes de la industria como Tesla.
Es cierto que el tiempo no ha sido amable con el i-MiEV. Los vehículos eléctricos más nuevos y avanzados seguramente lo han hecho parecer un dinosaurio, sobre todo con su estilo “único”. Pero como todos sabemos, hay que caminar antes de correr, e incluso aprender a gatear antes de nada. Si el i-MiEV era el equivalente a un bebé aprendiendo a gatear, se puede considerar al Tesla Model S Plaid como ese mismo recién nacido que creció y se acabó convirtiéndose en un velocista olímpico, haciendo que Usain Bolt se pusiera celoso.
Puede que no haya hecho nada especialmente destacable para ser incluido en los libros de historia, pero el Mitsubishi i-MiEV al menos sentó las bases para los coches eléctricos que sí que lo han acabado haciendo. De hecho, esa debe ser la razón principal por la que el i-MiEV todavía se produce y vende hoy en día en algunos mercados.
Galería de fotos: