Los laboratorios suelen ser zonas restringidas al ojo público, en ellos se suceden hallazgos tan importantes que harán evolucionar a toda una civilización. Pero, por otro lado, el resto del tiempo, antes de pronunciar el anhelado «eureka», la rutina suele convertirlos en lugares algo monótonos. Es por eso que muchos equipos buscan formas de romper con la invariabilidad del día a día con proyectos como este.
La idea nació en un equipo de científicos de la ciudad de Toulose, en Francia, que decidió realizar una carrera microscópicas de coches. Amantes de la automoción, el centro nacional de investigaciones científicas dio su confirmación al proyecto que consistía en una competición de nanocoches. En total, participaron cuatro «coches», de apenas 0,0001 milímetros de largo, hechos con cientos de átomos corriendo a una temperatura de -270º C.
En total se presentaron nueve equipos procedentes de todo el mundo pero el «circuito» estaba limitado tan solo a cuatro micro coches. Se les llamó coches por darles un nombre porque en realidad no cuentan con ventanas ni volante. Son vehículos moleculares propulsados por impulsos eléctricos monitorizados por los científicos ya que debían dar hasta dos vueltas al circuito durante 36 horas. Como queda demostrado en el vídeo, no es la carrera más apasionante que se pueda disfrutar pero motivación no les faltaba a los participantes.
La anécdota queda curiosa pero ¿cuál era la finalidad de esta extraña competición? Esos «coches moleculares» podrían ser utilizados para la entrega dirigida de fármacos en el cuerpo e incluso para la creación de componentes electrónicos microscópicos. El evento sirvió como pretexto para promocionar la innovación tecnológica y atraer la atención de la sociedad a los avances que cuentan con poco reconocimiento diario pero que poco a poco van abriendo camino hacia nuevos inventos que mejoren la vida de todos.
Fuente: New Atlas