En un momento en el que la innovación es más limitada en el sector automotriz, que se tiene que adecuar a muchas normativas, se agradece ver modelos del pasado como el Phantom Corsair. Estamos probablemente con el coche más futurista de los años 30, con un prototipo que nunca llegó a producción, pero que destacó por su personalidad. Solamente se hizo una única unidad, por lo que estamos ante un unicornio que murió junto a su creador cuando el proyecto estaba arrancando.
Se trata de un dos puertas proyectado por Rust Heinz y Maurice Schwartz, el primero de la familia que lleva la empresa de alimentación y el segundo de un pequeño fabricante de automóviles californiano. En 1938 presentaron este ejemplar de corte futurista y aerodinámico, que sobresalía por sus líneas fluidas o por tener las ruedas carenadas. El Phantom Corsair era un auténtico mastodonte que llegaba hasta los 6 metros de largo y que pesaba dos toneladas, aunque estaba cargado de novedades.
Buscando la máxima eficiencia aerodinámica, prescindía de los retrovisores y también de las manecillas de las puertas, que se abrían con unos pulsadores eléctricos (década de los 30, recordad). En el interior también sorprendía el nivel de innovación, pues el panel de instrumentos integraba una brújula, un altímetro y tenía indicadores para señalar si las puertas estaban abiertas o las luces puestas. No pasa desapercibida su configuración de seis plazas, permitiendo llevar a cuatro pasajeros en la primera fila (uno a la izquierda del conductor) y solamente dos en la fila trasera.
El Phantom Corsair se asentaba sobre el que estaba considerado el chasis más avanzado de la época en Estados Unidos, el Cord 810. Su motor también era pata negra, pues montaba un Lycoming V8 de 4.7 litros que entregaba sus 125 CV de potencia (posteriormente aumentados a 190 CV) a las ruedas delanteras. A pesar de su peso, este ejemplar era capaz de llegar a una velocidad máxima de 185 km/h, pues su aerodinámica ayudaba mucho.
El caso es que los costes de producción eran muy elevados y hacer un Phantom Corsair les costaba a sus creadores alrededor de 24.000 dólares de la época (el equivalente a 370.000 dólares actuales). Y, sin embargo, querían hacer una producción limitada del modelo y venderlo por 12.500 dólares. Nunca pudo hacerse realidad, pues Heinz fallecería en un accidente de coche en 1939 y con él se fueron las esperanzas del Corsair.
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