Parece que el fin de los coches con motor de combustión se va a acercando más a una certeza que a un futuro improbable. Noruega y los Países Bajos han anunciado planes para reducir progresivamente la producción de vehículos diésel para 2025. Alemania por su parte plantea que para 2030 todo vehículo que circule lo haga sin emisiones.
La única alternativa posible los coches eléctricos, que van ganando terreno a pasos agigantados. Tanto es así que la Unión Europea ha anunciado mediante un borrador que para 2019 cada casa de nueva construcción o reformada deberá contar con cargadores eléctricos para facilitar esta tarea.
Esto implica que para 2023 el 10% de los espacios para aparcar en edificios nuevos de la Unión Europea necesitarán puntos de recarga. La medida arroja una interesante alternativa al consumo sostenible, puesto que contar con una amplia red de recarga podría permitir que esa electricidad volviera de nuevo a la red eléctrica. De esta forma, en el futuro serían los coches los que proporcionaran energía a nuestra red eléctrica.
Esto deja la puerta abierta a varios interrogantes. Uno de ellos es si el litio, vital para la fabricación de las baterías de los coches eléctricos y cuya demanda se estima que se multiplicará por 11 en 2025, es una alternativa realmente sostenible. Otra incógnita es la forma en la que se financiará tal proyecto.
Actualmente España, Los Países Bajos y Noruega se sitúan muy por encima del resto de países de la Unión Europa en número de puntos de recarga de coches. Y su número seguirá aumentando.
Fuentes: The Guardian, Electromaps