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Mario Nogales

Prueba Audi R8 Performance: oda al motor V10

No todos los días se tiene la oportunidad de probar una especie en peligro de extinción, un vehículo que probablemente desaparecerá en los próximos años sin dejar rastro. Este unicornio se llama Audi R8 Performance y es el pináculo de la gama deportiva de la marca de los cuatro aros. Un superdeportivo que levanta pasiones a su paso y que esta semana os mostramos en la videoprueba con más caballos que hayamos hecho hasta la fecha.

Para encontrar los orígenes del Audi R8 tenemos que remontarnos al año 2003, cuando ya se coqueteó con la idea de un superdeportivo de motor central. Aunque no fue hasta 2006 cuando salió la versión de producción, que hacía un claro homenaje al R8 LMP que consiguió varias victorias en las 24 Horas de Le Mans. Hay que decir que su relación con la competición siempre ha sido muy clara, de hecho, este ejemplar comparte con el Audi R8 LMS GT3 hasta el 50 % de sus componentes.

El Audi R8 siempre ha sido un escaparate tecnológico para la marca, incluso a nivel de sistemas de propulsión. Se estrenó con aquel V8 FSI de 4.2 litros y cambio manual, hubo un prototipo diésel con el motor V12 TDI de Le Mans e incluso se comercializó la versión eléctrica R8 e-tron. Aunque la mecánica que ha calado hondo y que siempre ha caracterizado a este modelo ha sido el V10 atmosférico de 5.2 litros que lo convierte en el «rara avis» que es. Acompáñanos a descubrirlo.

Exterior

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Lo primero que llama la atención en el Audi R8 son sus dimensiones y proporciones. Es un coche realmente ancho y bajo, nada que ver con las siluetas SUV a las que estamos tan acostumbrados hoy en día. Tiene una longitud de 4,43 metros, una anchura de 1,94 metros y una altura de apenas 1,24 metros. Tiene los voladizos bastante cortos y la distancia entre ejes se sitúa en 2,65 metros. Por otro lado, cuenta con un coeficiente aerodinámico de 0,35 Cx.

Y si comenzamos a hablar del diseño, tenemos que decir que este Audi R8 mantiene la filosofía a la perfección. Con el paso de la primera a la segunda generación se cambiaron las formas redondeadas por unas líneas más afiladas. Ahora, tras la ligera actualización a la que se sometió, vemos que eso se ha llevado al extremo. Lo percibimos con ver la parrilla Singleframe, que es más ancha, o en estos faros estrechos con una reconocible firma lumínica. De los faros decir que llevan la tecnología láser opcional que permite una mayor luminosidad en las luces largas.

Además de las generosas tomas de aire laterales o el paragolpes rediseñado, también cuenta con un detalle que nos ha gustado mucho. Se trata de las tres pequeñas tomas de aire que quedan entre parrilla y capó y que hacen un homenaje al mítico Audi quattro. Cabe destacar que nuestra unidad de pruebas ha sido configurada con bastantes elementos opcionales, de ahí que veamos tanta fibra de carbono. Forma parte de un paquete opcional que incluye el splitter delantero, los retrovisores las taloneras, las molduras de las tomas de aire laterales, el alerón o el difusor trasero.

Y precisamente nos pasamos a su zaga para ver esos elementos que ya hemos mentado y otros que no. En este caso tenemos que decir que vemos unas llantas opcionales de 20 pulgadas (de serie son 19 pulgadas), con unas pinzas de freno rojas y unos frenos carbocerámicos de los que hablaremos más adelante. Además de los pilotos horizontales y de las tomas de aire, tenemos un prominente difusor de carbono que integra las salidas del escape. Aunque probablemente lo que más nos guste es esta cubierta que nos deja ver con claridad la mecánica de diez cilindros.

Del exterior, terminar diciendo que su carrocería se ha hecho íntegramente de aluminio. En su construcción se ha prestado mucha atención al peso y de ahí que aparezcan este y otros materiales ligeros. Le sirve para arrojar sobre la báscula más de 1.500 kg, no es un “peso pluma” pero no tampoco está nada mal para un vehículo de estas características.

Interior

Pasamos al interior biplaza del Audi R8 a través de esas generosas puertas. Destacar que la posición de conducción es muy baja, estamos sentados muy cerca del suelo y eso hace que el acceso pueda ser más complicado para algunos usuarios. Es el precio que hay que pagar por una postura casi perfecta, con las caderas bien abajo, que nos hace notar todo lo relativo a la conducción.

El otro aspecto que más llama la atención en el habitáculo de este superdeportivo es su total minimalismo. Se sigue una premisa que ya comenzó con el Audi TT y que consiste en prescindir de la pantalla central. En este caso nos quedamos con una única pantalla, que es la de la instrumentación. Tras el volante vemos el Virtual Cockpit de 12,3 pulgadas, que se controla a través de los mandos del volante multifunción y nos permite configurar las distintas vistas.

Esto nos deja con un salpicadero mucho más despejado. En la zona donde normalmente iría la pantalla táctil principal aparecen los controles de la climatización, resueltos de una forma muy llamativa. Tenemos tres mandos giratorios, cada uno con una pequeña pantalla para controlar el flujo del aire, su temperatura o la zona donde se proyecta. Por debajo tenemos un hueco para dejar el smartphone y una consola central muy marcada. En ella aparecen otros botones relativos a la conducción, la palanca de cambios y el típico mando táctil de Audi para controlar el infoentretenimiento.

Estamos ante un auténtico tope de gama y eso se traduce en una calidad sobresaliente. Se nota en detalles como la tapicería de cuero que recubre los asientos, con ese entramado de rombos tan llamativo y las costuras en contraste. De este material también está hecho el volante, con acabado perforado y un grosor y tacto idóneos. Por otro lado, encontramos Alcántara en el techo con esos rombos también presentes. Las molduras de fibra de carbono en varios puntos le dan el toque deportivo que también era necesario.

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Estamos en un superdeportivo biplaza y por lo tanto la habitabilidad pasa a un segundo plano. Al ser un modelo con motor central es un estricto biplaza, por lo que solamente podrán viajar dos personas en su interior. Lo harán con bastantes garantías y sin que haya demasiada claustrofobia a bordo. Hay espacio de sobra para las piernas y también para la cabeza a no ser que te acerques al metro noventa. Además, los buckets son deportivos y confortables a partes iguales, pues son capaces de sujetar el cuerpo con solvencia, no son incómodos y cuentan con reglajes eléctricos. Para dejar el abrigo o algún objeto tenemos un hueco tras los asientos que puede ser bastante utilizable, aunque no es recomendable llegar nada suelto.

Maletero

No intentéis abrir el maletero por la parte de atrás, pues esa no es su ubicación. Como vemos a través de la cubierta, ahí se encuentra el motor V10, así que tendremos que conformarnos con un pequeño maletero en la parte delantera. Abrimos el capó y encontramos un hueco de 112 litros de capacidad. Es, sin duda, uno de los cofres más pequeños que podemos encontrar en el mercado actual.

Apenas sirve para una maleta de mano pequeña o un par de mochilas. Aquí también se sitúan el kit antipinchazos, los triángulos de emergencia y unas redes que nos ayudarán a dividir la escueta carga. Además de esto, hay que tener en cuenta los pocos huecos portaobjetos del interior, con apenas un par en las puertas y en la consola central, la guantera y la pequeña superficie detrás de los asientos.

Equipamiento

El tema del equipamiento del Audi R8 Performance es bastante curioso. Se trata de un tope de gama y, por lo tanto, cuenta con una dotación de serie bastante extensa. Pero después tendremos que ver que el equipamiento opcional puede extenderse hasta donde el usuario quiera. De serie, con sus 222.770 euros de partida ya cuenta con faros LED, llantas de 19 pulgadas, asientos tipo bucket, tapicería de cuero, volante deportivo, climatizador automático, sistema multimedia MMI Navegación plus, Virtual Cockpit…

Pero claro, en estos ejemplares la lista de opcionales no tiene fin y la tarifa puede crecer varios miles de euros. Si comenzamos con la factura de nuestra unidad de pruebas en el exterior hay que sumar: pintura rojo Misano efecto perla (4.085 euros), llantas de 20 pulgadas (3.625 euros), faros láser (4.655 euros), paquete exterior en carbono brillante (10.285 euros) y cubierta de compartimento del motor en carbono (4.485 euros).

Si seguimos por el interior no se puede obviar el paquete de cuero completo con acolchado a rombos (10.810 euros), el techo interior en Alcántara con rombos a juego (4.615 euros), inserciones ampliadas en carbono brillante (2.375 euros), el Audi Magnetic Ride (2.375 euros)… Cuando terminamos la configuración van más de 50.000 euros en equipamiento opcional, lo que deja a estar unidad cerca de los 280.000 euros.

Motor

Llegamos a uno de nuestros apartados favoritos de este modelo, la gama mecánica. El Audi R8 está disponible en dos versiones, ambas con el mismo V10 FSI de 5.2 litros. Se trata de una de las pocas mecánicas atmosféricas de este tamaño que quedan en el mercado y por eso la apreciamos tanto. Es la misma que lleva su primo hermano el Lamborghini Huracán y mejora sus cifras respecto a su antecesor.

En la versión “de acceso” tenemos al Audi R8 con 570 CV y 550 Nm de par, un salto interesante respecto a los 540 CV que entregaba antes. Pero aquí no nos conformábamos con eso y por eso hemos querido probar el Audi R8 Performance, la versión tope de gama que sustituye al anterior R8 Plus. En este caso la potencia se eleva hasta unos impresionantes 620 CV y 580 Nm de par. La única opción es la transmisión automática S tronic de doble embrague y la tracción total quattro, aunque ahora también está disponible el R8 RWD de propulsión.

Gracias a ello tenemos un auténtico cohete sobre ruedas, una bestia con unas prestaciones de infarto. Este ejemplar es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 3,1 segundos o de 0 a 200 km/h en 9,8 segundos. Si tenemos que nombrar otro dato sorprendente es la recuperación de 80 a 120 km/h en 1,6 segundos, apenas un abrir y cerrar de ojos. Para terminar, es capaz de alcanzar una velocidad máxima de 331 km/h, solo apta para circuitos o Autobahn.

Comportamiento

Damos vida a la mecánica V10 desde este botón rojo que hay en el volante y nos regala un sonoro rugido. Lo cierto es que uno de los puntos que siempre ha destacado en el Audi R8 es la melodía que regala a nuestros oídos durante la marcha. La unidad de pruebas llega un sistema de sonido Bang & Olufsen, pero lo cierto es que no pensamos escucharlo en toda la semana, nos vale con el rugir de este motor y del sistema de escape. Echamos en falta el botón que permitía abrir o cerrar la válvula de escape al gusto.

Ahora vamos a comprobar que nos ofrece este superdeportivo. Lo primero que hay que decir es que el mero hecho de llevar ese pedazo de motor detrás de la espalda es algo que impone. Y más cuando es un bloque tan elástico y capaz como este. Con solo mirar el cuadro y ver la línea roja cerca de las 9.000 rpm se nos pone la piel de gallina. Y ya cuando hundimos el pie derecho la adrenalina se dispara directamente.

La mecánica atmosférica es muy reactiva, sube de vueltas con rapidez a la mínima insinuación. Al fin y al cabo, es un motor hecho para ir alto de vueltas… En bajas no sacamos nada destacable, es a partir de las 5.000 revoluciones cuando se desata la locura y el R8 nos deja pegados al asiento como si estuviéramos en un avión a punto de despegar. Llegar a la línea roja a 8.700 rpm es casi una experiencia religiosa.

Y en ese momento es cuando entra en acción la transmisión automática S tronic de siete velocidades. Como buena caja de doble embrague destaca por su rapidez, haciendo las transiciones entre marchas en apenas milisegundos. También es bastante suave y el único ‘pero’ que le sacamos es que le falta precisión en algunos modos. Por suerte tenemos unas levas tras el volante para cambiar cuando nos apetezca, aunque hubiera estado bien que tuvieran un tamaño más generoso.

El comportamiento de la transmisión dependerá en gran medida de los modos de conducción. En el Audi R8 puede ir en el Comfort para hacerlo cómodo y utilizable para el día a día. En el Auto para adecuarse a todo tipo de situaciones. En el Dynamic para sacar su máximo rendimiento o en Individual para ponerlo al gusto. Incluso tiene el modo Performance solo recomendable para circuito que desactiva parcialmente las ayudas y lo convierte en un coche realmente radical.

Precisamente esa personalidad camaleónica y esa capacidad de adaptación es uno de los valores más destacados de este Audi R8 Performance. Es un coche con el que se puede ir a la ópera vestido de traje y acto seguido ponerse el mono para pisar el circuito. Eso se lo debemos a una puesta a punto del chasis soberbia y a prueba de bombas.

La suspensión es uno de sus puntos más destacados, pues es capaz de gestionar baches y badenes con cierta soltura y sin romperte la espalda en su modo más confortable. También se vuelve más dura y seca en el modo más deportivo, un tarado perfecto para tomar curvas. Porque no os vamos a mentir, el Audi R8 donde más disfruta es en carreteras secundarias que le pongan a bailar en cada viraje. Lo cierto es que ahí es donde se comprueba su potencial.

Es un modelo que pisa con firmeza, como si fuera un tren que va sobre sus raíles. Es bastante fácil de llevar a altas velocidades, incluso por manos no expertas, gracias a sus reacciones nobles y a su capacidad de tracción. El control de estabilidad ayuda a la tracción quattro a evitar posibles sustos en semanas lluviosas como esta que nos ha tocado. De esta forma se elimina casi por completo el subviraje.

Mención a parte merecen los frenos cerámicos que ya mencionamos son un equipamiento opcional más que interesante en este ejemplar. En el eje delantero son discos de 380 mm con pinzas de seis pistones y para el trasero hay discos de 356 mm con pinzas de cuatro pistones. El sistema resta 11 kg al peso total del vehículo y tiene una capacidad de frenado muy superior que aguanta el uso intensivo sin presentar fatiga. Eso sí, cuando están fríos hay que tener cuidado.

Tras varios días justo al Audi R8 observamos un consumo medio de 17 litros, bastante por encima de lo homologado. Pero mencionar consumos en este tipo de vehículos es una banalidad y la prueba de que tenemos mentalidad de pobres. Si hablásemos de la relación diversión-precio, lo cierto es que estaría muy por encima de otros coches a pesar de que estamos con un modelo que parte de 220.000 euros y que puede llegar a superar el cuarto de millón.

Opinión coches.com

El Audi R8 es siempre una apuesta segura, uno de los superdeportivos de referencia en el mercado. Tras esta actualización ha seguido mejorando y presenta un diseño ligeramente más afilado que sigue atrayendo miradas allá por donde va. En el interior no era necesario hacer demasiado y se mantiene la misma tecnología en clave minimalista. La calidad de sus acabados y materiales es sobresaliente, mientras que el espacio será algo justo.

Aunque lo vas valorable del R8 es su corazón. Esa mecánica V10 atmosférica en peligro de extinción lo transforma en una auténtica bestia, una bomba de relojería con unas prestaciones no aptas para cardiacos. Por suerte tiene un chasis que lo aguanta todo y que le da un comportamiento muy dinámico a la vez que controlable. Puro equilibrio y buen hacer en cualquier tipo de situación. El coche que cualquiera querría tener en su garaje.

Audi R8 Performance
8.3Nota
Lo mejor
  • Ese motor V10 tendría que ser eterno
  • Comportamiento muy deportivo pero controlable
  • Estética destacada y fibra de carbono por un tubo
Lo peor
  • Tamaño y material de las levas
  • Maletero irrisorio
  • Precio final con opciones
Diseño9
Habitabilidad7.5
Acabados8.5
Maletero6
Equipamiento8
Motor10
Comportamiento9.5
Calidad Precio7.5

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