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Mario Nogales

Ford Ranger 2.2 TDCi 160 CV, prueba a fondo

Las pick-up no son los vehículos que encabezan las listas de ventas en nuestro país. Mientras que en Europa no gozan de gran popularidad, en otros países como Australia o Estados Unidos son de vital importancia. De hecho, el vehículo más vendido en el mercado americano se trata del Ford F-150. Y como no se comercializa en España estamos probando al que podría ser su hermano pequeño, el Ford Ranger 2.2 TDCi 160 CV.

Se trata del mismo Ranger que se renovó en 2016 con el objetivo de aumentar la cuota de mercado en casi todos los rincones del mundo. Hay que tener en cuenta de que trata de un producto global que llega a más de 180 países. Pero el ejemplar que tenemos entre manos no debe ser confundido con el recién lanzado Ranger 2018, que es la vuelta del modelo a Estados Unidos y tiene unas especificaciones adaptadas a dicho mercado.

La historia del Ford Ranger es muy curiosa. En las décadas de los 60 y 70 se utilizaba dicho nombre para algunas versiones de las F-Series. En 1983 salió este nuevo modelo más compacto y asequible, que compartió elementos con los Mazda Serie B. La actual generación (T6) surgió en Australia en 2011 y es la que ha ganado popularidad fuera de Estados Unidos. A continuación te contamos nuestra opinión sobre esta pick-up.

Exterior

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Para empezar a hablar de este modelo hay que decir que está disponible con tres tipos de carrocería. La cabina sencilla es para dos pasajeros y deja paso a una caja muy grande con 2.137 mm de longitud. La Super Cab (cabina extendida) puede llevar a cuatro ocupantes y tiene una caja de 1.847 mm. La de cabina doble es para cinco personas y tiene una caja de 1.549 mm. La variante que probamos es esta tercera.

El diseño exterior del Ranger es muy reconocible, muy personal. El ADN es puramente americano, con algunos rasgos de la F-150, aunque en un cuerpo más compacto. En el frontal lo primero que llama su atención es la gran altura del morro, con un capó casi horizontal. Esto nos lleva a una gran parrilla con varias partes cromadas (incluso la zona del portamatrículas en nuestro acabado) y unos faros estrechos. En la parte inferior hay una defensa metálica para no dañar los bajos.

Desde el lateral se aprecia a la perfección el uso de líneas rectas en el Ranger, algo característico de las pick-up. Hay otros elementos que van cromados, como es el caso de los retrovisores, las manecillas de las puertas o las credenciales del acabado. Las llantas de 17 pulgadas hasta parecen pequeñas ante el gran tamaño del vehículo. Para facilitar el acceso al interior cuenta con un escalón bastante ancho, que siempre se agradece.

En la zaga la simplicidad es máxima, con unos pilotos verticales para permitir el acceso a la caja y los logotipos del modelo. El tirador y la parte baja del paragolpes van cromados, al igual que esos llamativos tubos que integran la tercera luz de freno y que le dan un toque rústico. En nuestro caso, la caja va abierta, pero en el catálogo de accesorios hay algunos elementos que permiten cubrirla y sacarle un mayor partido.

Interior

Lo primero que llama la atención al subir al interior del Ford Ranger es que es muy similar al de cualquier turismo. Podría ser confundido con el de otros modelos de Ford debido a que se emplea prácticamente la misma tecnología. En la parte superior encontramos una pantalla táctil de 8 pulgadas con el sistema multimedia SYNC 3 de la marca, con conectividad con Apple CarPlay y Android Auto. Aunque requiere cierto periodo de adaptación para entender todas sus funciones, resulta bastante completo.

Tras el volante multifunción se encuentra una instrumentación mixta, que está formada por una gran esfera central analógica y por dos pantallas a sus laterales. La aguja marca la velocidad, mientras que las pantallas se pueden adaptar y dar diferentes informaciones, la pega es un cuentarevoluciones muy pequeño. El resto de botones los encontramos por debajo de la pantalla principal para controlar el climatizador. Más abajo encontramos dos tomas de 12 V y otras dos tomas USB.

Una de las pocas cosas que delatan al habitáculo del Ranger son los materiales empleados. No es que sean de mala calidad, pero sí que se muestran más espartanos que en los turismos. Eso se debe a que se busca la máxima funcionalidad y prima la dureza antes que el lujo. Por ello encontramos un buen número de plásticos duros, que están bien ensamblados y no aparecen ruidos extraños. Hay algunas molduras que tratan de emular el aluminio, aunque no terminan de convencer.

La habitalidad en este caso es bastante buena para tratarse de un modelo de este segmento. Las plazas delanteras son amplias y cómodas, destacando la altura libre al techo. Si pasamos a los asientos traseros podemos ver como se reducen el espacio para las piernas y la anchura. La plaza central está más elevada y cuenta con un prominente túnel de transmisión, pero podrá ser utilizada para algún recorrido eventual.

Equipamiento

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El equipamiento del Ford Ranger está estructurado en cuatro niveles de acabado en nuestro mercado. Arranca con el XL, enfocado a un uso meramente profesional y que incluye llantas de acero, aire acondicionado o radio con Bluetooth. Le sigue el acabado XLT, que suma llantas de aleación de 16 pulgadas, acabado cromado, sensores de luz y lluevia o instrumentación con pantalla TFT de 4,2 pulgadas.

Por encima está el acabado Limited, que es el que lleva nuestra unidad de pruebas y que cuenta con llantas de 17 pulgadas, pantalla táctil de 8 pulgadas, climatizador bizona, tapicería de cuero o sensores de aparcamiento traseros. El tope de gama es el Wildtrack con un aspecto exterior más llamativo (llantas de 18 pulgadas y elementos con efecto Titanium), tapicería específica y cámara de visión trasera.

Entre el equipamiento opcional del Ford Ranger no hay demasiadas alternativas, pero hay algunas interesantes. Hay un paquete Limited Black Edition (con el negro como protagonista y más equipamiento), también un pack off-road (que protege todos los bajos) bastante recomendable si se sale mucho del asfalto. El resto de opciones tienen como protagonista la caja, con varios tipos de cubiertas de distintos materiales.

Motor

El Ford Ranger también cuenta con una gama de motores sencilla que solamente cuenta con dos opciones diésel. La primera es precisamente la que lleva nuestra unidad de pruebas. El 2.2 Duratorq TDCi es un cuatro cilindros con 160 CV y 385 Nm que se puede configurar con cambio manual (como en nuestro caso) o automático de seis velocidades. Por encima está el cinco cilindros 3.2 TDCi con 200 CV, exclusivo para el acabado Wildtrack y también disponible con los dos cambios.

En ambos casos cuenta con tracción 4×4 desconectable que permite cambiar el modo a través del control de la consola central durante la marcha. En situaciones normales, la potencia será enviada al eje trasero (2H), pero se puede elegir la tracción total cuando sea necesario. Pasando al modo 4H tendremos también tracción en el eje trasero, mientras que con el 4L contaremos con una reductora muy útil en algunas situaciones.

Otra de las ventajas es que se puede cambiar de modo en marcha, siempre que la velocidad sea reducida. No cuenta con diferencial central como otros competidores, sin embargo, en el paquete off-road sí se incluye un diferencial trasero que ayudará fuera del asfalto. Este paquete también incluye en control de descenso de pendientes, de gran ayuda en desniveles pronunciados que precisen de mayor atención.

Comportamiento

Subir a bordo del Ford Ranger ya es una experiencia de por sí. Su posición de conducción es altísima y desde allí tendremos una sensación solamente comparable a la de llevar un camión. Cuando ponemos en marcha su mecánica nos queda claro su condición debido a que el refinamiento no llega al nivel que encontramos en los turismos. Las vibraciones y el ruido se filtra ligeramente al habitáculo, aunque hay que reconocer que se notan las mejoras de insonorización, permitiendo que sea uno de los mejores del segmento.

Acostumbrarse a llevar el 2.2 TDCi requiere de cierto periodo de adaptación. Se trata de un motor poco elástico, la potencia nos llega entre las 2.000 y las 3.000 revoluciones y no es demasiado aprovechable más allá de ese rango. Los 160 CV pueden llegar a ser algo justos en algunas situaciones, no hay que olvidar que es un modelo que supera las dos toneladas. Por este motivo, y por una relación de cambio corta, nos veremos obligados a utilizar la palanca para sacar todo su potencial.

Sus dimensiones son algo que nos condiciona en todo momento. Con esta barcaza de 5,36 metros de largo, 1,86 de ancho y 1,81 de alto; es muy difícil aventurarse en la ciudad y sus calles estrechas. Se siente más a gusto en vías anchas, donde las medidas no importen. Aunque en autopista por encima de 90 km/h (ahora sí se puede) los ruidos aerodinámicos están presentes y en carreteras reviradas salen a relucir sus carencias. En estas situaciones tendremos que pensar en los frenos, precisamente en los traseros de tambor, cuyo rendimiento es inferior a los discos.

Una de las señas de identidad de las pick-up es la suspensión trasera de ballestas. El tener el eje trasero rígido hace que, cuando no llevamos carga en la caja, se muestre algo rebotón y haya ciertos balanceos. La dirección montada en el Ranger es un sistema de servodirección eléctrica asistida (EPAS) que es muy ágil, aunque también presenta un grado de asistencia muy alto. Hay que acostumbrarse a la singular desmultiplicación de esta dirección.

Aunque si en otros terrenos el Ford Ranger no destacaba, hay que decir que se desenvuelve como pez en el agua fuera del asfalto. Cuenta con una altura libre al suelo de 23 centímetros, suficiente para superar obstáculos. La capacidad de vadeo es de 80 centímetros, mientras que cuenta con un ángulo de ataque de 28º, uno ventral de 25º y uno de salida de 28º. También destaca por su capacidad de remolque de 3.500 kilos y una de carga de hasta 1.260 kg, perfecto para ponerlo a trabajar.

El concepto que presenta este modelo hace que sea muy difícil obtener consumos bajos. A pesar de que en su ficha técnica aparece un consumo combinado de 7,0 l/100km (y emisiones de CO2 de 184 g/km), se nos hizo imposible replicar esos datos. Tras un uso diario normal con alguna incursión fuera del asfalto, el ordenador de a bordo nos muestra cifras cercanas a los 9 litros. Por otro lado, una cifra más que entendible teniendo en cuenta su peso y dimensiones.

Opinión coches.com

En definitiva, el Ford Ranger es una pick-up en toda regla. Un vehículo con un claro enfoque para el trabajo y que solo tiene sentido si se le va a dar un uso específico. Se presenta con un ADN muy americano y una estética muy marcada. Acapara algunas miradas por eso y por sus 5,36 metros de largo (en Estados Unidos es considerada como mediana). Esto hace que su habitáculo sea bastante habitable, incluso las plazas traseras en esta carrocería de cabina doble.

El interior es lo que menos llama la atención y eso es una cualidad, porque podría ser confundido con alguno de los turismos de la gama Ford. Cuenta con una tecnología actualizada y una calidad adecuada. Con la mecánica de acceso 2.2 TDCi de 160 CV y el cambio manual tiene un comportamiento digno en la mayoría de terrenos. Aunque, sin duda, donde destaca es fuera del asfalto, pues allí relucen todas sus cualidades.

Ford Ranger 2.2 TDCi 160 CV
7.4Nota
Lo mejor
  • Diseño muy americano
  • Interior a la altura de un turismo
  • Capacidad de carga y de remoque
Lo peor
  • Dimensiones no aptas para cualquier sitio
  • Motor no muy refinado
  • Frenos traseros de tambor
Diseño8.5
Habitabilidad8
Acabados6.5
Maletero8.5
Equipamiento7.5
Motor7
Comportamiento6.5
Calidad Precio7

Galería de fotos:

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