Los coches compactos son uno de los segmentos que mejor están resistiendo el auge de los SUV, si bien en los seis primeros meses de este año las matriculaciones de SUV compactos ya les han adelantado, pero sigue siendo un coche que demanda uno de cada cinco compradores.
Es lógico. Los compactos son coches con unas dimensiones adecuadas para muchas cosas. No son armatostes que les cueste callejear (y aparcar) en ciudad y cuentan con el suficiente aplomo en carretera para afrontar viajes largos con garantías, cargando sin excesivos problemas con el equipaje de cuatro personas. Los costes de uso y de mantenimiento son, además, muy inferiores a carrocerías más grandes, pesadas y menos aerodinámicas.
Hoy llega a nuestra sección de pruebas el Renault Mégane, uno de los referentes del segmento en nuestro país. En el primer semestre de 2018 es el cuarto en el ranking de ventas, por detrás de modelos como el Seat León, el Volkswagen Golf y el Peugeot 308. No es una tarea sencilla, ya que todas las marcas echan el resto con sus productos en esta categoría. ¿Qué le hace ser tan demandado?
Fabricado en España, en la factoría que la marca francesa tiene en Palencia, el modelo que se vende en la actualidad es ya la cuarta generación de un modelo que llegó allá por 1995 para sustituir nada menos que al Renault 19, todo un referente en Europa y con el objetivo de rejuvenecer la marca.
El Mégane es uno de los modelos con un diseño más camaleónico a lo largo de su evolución en estas dos décadas. Pero siempre acaba gustando y dejando satisfecho al público. ¿Cómo lo consigue? Probamos una unidad asociada con el motor diésel 1.6 dCi con 130 CV, cambio manual de seis relaciones y el interesante nivel de acabado Bose para comprobarlo.
Exterior
La cuarta generación supuso un avance estético respecto a la anterior, que estaba en el mercado desde 2009. Esta se había renovado en 2012 (actualizando motores) y 2014 (intentando acercar su diseño a los nuevos vehículos de la marca), pero no fue hasta que llegó el Renault Mégane 2016 cuando pegó un cambio de aspecto y tecnológico de impresión.
Fabricado sobre la plataforma modular CMF C-D, el Mégane mide 4.359 mm de longitud, lo que suponía crecer nada menos que 6 cm respecto a su precedesor. Ganó anchura (1.814) y ganó en aerodinámica al ser más bajo (1.447 mm de altura). Con mayor anchura de vías (47 mm delante y 39 detrás) y voladizos más cortos, todas las cotas apuntan a ganar amplitud interior y mejorar el aplomo en carretera.
La parte delantera es reconocible de inmediato como un modelo de la marca. Para empezar, con el logotipo cromado de grandes dimensiones (comparado con los que tenía hace años) que preside orgulloso la parte frontal ascendiendo hacia el capó y enmarcado en listones también cromados de la parrilla.
Las ópticas son un presagio del avance tecnológico del Mégane. A la firma lumínica que sirve de iluminación diurna, que sale de la parte superior del faro para cerrar el lateral y se introduce de nuevo en la carrocería de modo independiente se suma en nuestra unidad los faros Full LED. Es un recurso que le otorga mucha personalidad y diferenciación.
En la parte inferior cuenta con una toma de aire, donde se camuflan algunos de los sensores delanteros, y en los laterales de esa zona los intermitentes y los faros antiniebla, redondos.
Si nos acercamos al lateral, quizá la vista más impersonal, vemos cómo se ha apostado por unas líneas amables y redondeadas, sin aristas y con sutiles líneas de expresión en la parte inferior de las puertas. Solamente en la parte trasera vemos un abultamiento de los pasos de rueda.
El voladizo delantero es bastante pronunciado y la línea inferior de las ventanillas sube ligeramente mientras cae la superior, dando un aire más dinámico, mientras que el techo no lo hace de manera tan dramática, para no perder habitabilidad en las plazas traseras. Las llantas de aleación de 17 pulgadas bicolor, calzadas con neumáticos en medida 205/50 Michelin Primacy 3 le sientan de maravilla.
Visto desde atrás, nos encontramos con otra característica única en el segmento. Los pilotos son muy alargados y estrechos, llegando casi a tocarse entre sí, algo que evita el logotipo del portón trasero. Al igual que los delanteros, están iluminados en todo momento.
La luneta trasera no es demasiado grande. Está coronada por un alerón sutil y entonces nos percatamos de la antena de techo convencional, algo que muchas marcas ya están sustituyendo por la de tipo “aleta de tiburón”. En la parte inferior los diseñadores jugaron con las formas del paragolpes sobre la matrícula, mientras que eligieron un negro brillante para la zona inferior, de cuyo lateral izquierdo sale la salida de escape cromada.
Interior
Hacía bastante tiempo que no me subía un Renault y, desde luego, esta cuarta generación del Mégane ha ganado muchos enteros en lo que a calidad se refiere y a la tecnología que pueden equipar.
Todas las superficies altas, como el salpicadero o los panelados de las puertas, están rematados en materiales blandos de una calidad buena para el precio del coche y los ajustes están a la altura, sin distancias entre piezas o zonas cortantes. También tiene buen tacto el volante, la palanca del cambio o los diferentes botones y mandos.
Sin duda, lo más llamativo de este nivel de acabado es la pantalla central del salpicadero, que la firma ha colocado en posición vertical (algo que comparte con otros modelos, caso del Espace o el Talisman). Es una solución que emplean marcas como Tesla o Volvo. Tiene 8,7 pulgadas de tamaño y responde bien a las órdenes táctiles. Personalmente echo de menos algún botón físico para acceder de manera más intuitiva a algunas funciones, pero en líneas generales el sistema R-Link tiene un funcionamiento más que correcto.
Al menos no se han integrado en esa pantalla táctil (al menos completamente) los mandos de la climatización, que conservan sus propias ruletas clásicas y botones, justo bajo la pantalla. Su parte negativa es que los dedos quedan bastante marcados en ella después de usarla, pero eso es algo común a esta solución que emplean ya todas las marcas.
Con los menús (o mediante un botón en la consola) se accede al sistema de modos de conducción del coche, Renault Multi Sense. Según el modo de conducción que elijamos (ECO, Neutral, Comfort o Sport) varía el comportamiento del coche (dureza de la dirección y respuesta del acelerador, así como su sonido).
También afecta a la iluminación interior del coche, resuelta de un modo bastante atrevido (puede cambiar de colores) y a la forma de ver la información en el cuadro de instrumentos digital. Es posible asimismo configurar todos estos parámetros de manera individualizada en el modo Perso.
El volante tiene un grosor adecuado y, como comentábamos antes, un tacto agradable. Tiene botones para controlar el teléfono y el cuadro de instrumentos digital, pero los mandos para el control del volumen y otras funciones del audio se ha ubicado tras él, algo oculto para mi gusto. Y colocar el control del volante en el túnel central del coche, al lado del cambio, junto al freno de mano eléctrico y los reposabebidas. Resulta chocante y poco práctico, ya que obliga a soltar el volante para activarlo.
Aunque la distancia entre ejes de 2.669 mm supuso aumentar 5,5 cm la del anterior modelo, no ha sido suficiente para colocar al Mégane entre os modelos más espaciosos del segmento. En las plazas delanteras no hay muchas limitaciones de espacio para una persona de talla normal en ninguna de sus cota, tanto en anchura como en altura.
Los asientos delanteros apuestan más por la comodidad que por la sujeción y en nuestro nivel de acabado combinan la tela con un cuero en los laterales y reposacabezas. Cuentan con un buen apoyo lumbar… y función masaje, con varios tipos de intensidad y puedes seleccionar que se concentre en un área concreta de tu espalda, todo desde la pantalla multimedia.
Detrás es donde peor resiste la comparación con otros modelos del segmento. No tanto por altura libre al techo como por espacio para las piernas. Una tercera persona no viajará muy cómoda ya que el respaldo es en realidad el reposabrazos y la banqueta algo más estrecha. El túnel de transmisión roba algo de espacio para los pies y también la consola central se inmiscuye un poco en ese espacio (al menos cuenta con una doble de aire y toma de corriente.
Maletero
La capacidad del maletero del Renault Mégane alcanza los 384 litros (ganó 12 respecto a la anterior generación). Es una cifra que lo sitúa en la media del segmento. Tiene unas formas que facilitan aprovechar bastante bien el espacio, pero el borde de carga queda a bastante altura y además hay que salvar un escalón para cargar enseres, lo que puede complicar dejar objetos pesaos y sacarlos.
Muchas marcas apuestan por un piso colocable a dos alturas para permitir enrasar la boca con el piso. De este modo se consigue solucionar este problema, se consigue un doble fondo… y una superficie plana cuando se abaten los repaldos de los asientos traseros. En el Mégane, cuando se realiza esta operación (en dos mitades asimétricas, en proporción 60:40), queda un pequeño escalón. La capacidad entonces aumenta hasta los 1.247 litros. Si se necesita más espacio de carga siempre puede optarse por el Renault Mégane Sport Tourer.
Por lo demás, el cofre está bastante bien rematado con moqueta. Está iluminado (el punto de luz se ubica a la izquierda) y cuenta con un par de ganchos para colgar bolsas. Bajo el piso encontramos una rueda de repuesto temporal y las herramientas para sustituir el neumático.
Equipamiento
La gama del Renault Mégane es muy variopinta. Desde el acabado básico Life contamos, además de lo habitual, con elementos como los retrovisores eléctricos, asiento del conductor regulable en altura, equipo de audio con 4 altavoces, toma USB y Bluetooth, regulador y limitador de velocidad, indicador de cambio de marcha o la ayuda al arranque en pendiente.
Por encima contamos con el Intens, que ya incluye los elevalunas traseros eléctricos, faros antiniebla, las luces diurnas con LED, climatizados, volante forrado en cuero, tarjeta manos libres, apoyo lumbar en el asiento del conductor, radio con pantalla táctil de 7 pulgadas, sensores de aparcamiento traseros o la ayuda a la frenada de emergencia.
EL Zen lo completa con tecnología (navegador R-Link, luces automáticas, cuadro de instrumentos con pantalla TFT de 7 pulgadas, retrovisores exteriores abatibles eléctricamente, luces y limpiaparabrisas automático, freno de estacionamiento eléctrico, Renault Multi-Sense o ayudas como alerta de cambio involuntario de carril y reconocimiento de señales de tráfico). Y el GT-Line con detalles deportivos, como un volante específico, reposabrazos trasero, asiento con regulación en altura…
Nuestra unidad cuenta con el acabado Bose, que premume de las llantas de 17 pulgadas, volante de cuero Nappa, asiento del conductor con función masaje, sistema multimedia con pantalla vertical de 8,7 pulgadas y equipo de sonido Bose y ayuda al aparcamiento delantero y trasero con cámara de visión trasera. Solamente lo podemos mejorar con el acabado GT, que suma elementos acordes con su mecánica, como las levas para el cambio automático, chasis deportivo y las cuatro ruedas directrices.
Desde luego, el coche está bien dotado y no echarás nada de menos. ¿Y su precio? Pues este nivel de acabado parte de los 25.690 euros (sin descuentos, que en este momento son muy interesantes). Si lo eliges con este propulsor dCi d130 asciende a los 27.240 euros.
A eso habría que añadir que nuestra unidad de pruebas incluye algunos extras como los faros Full LED (700 €), el color rojo hay que pagarlo aparte (700 €), tiene ayuda al estacionamiento (650 €) y el Pack Safety (Frenada de emergencia asistida + Alerta de distancia de seguridad + Regulador de velocidad adaptativo, por 600 €), así como el Head-Up Display (350 €).
Son casi 3.000 euros en equipamiento opcional que añadir… pero existen ofertas de Renault Mégane en nuestra sección de coches nuevos, publicada por concesionarios oficiales de la marca, que rebajan el precio total a menos de 23.500 euros, lo cual lo hace muy competitivo para todo lo que ofrece. Recuerda también que en nuestro comparador de seguros puedes localizar la póliza que mejor se ajusta a tus necesidades y presupuesto.
Motor
Bajo el capó encontramos un motor diésel dCi de 1.598 cc y cuatro cilindros en línea, que entrega 130 CV a 4.000 rpm y un par motor máximo de 320 NM a partir de 1.750 rpm. Se trata de un bloque que había estrenado el Scenic hace ya algún tiempo. Va ligado a un cambio manual de seis relaciones, sin que haya (para esta mecánica) la opción de equipar la transmisión EDC6 de doble embrague con idéntico número de marchas.
Sus prestaciones son suficientes para un vehículo sin aspiraciones deportivas. Es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 10 segundos y presume de un velocidad punta de 198 km/h. Quienes apuesten por una mecánica así se fijarán posiblemente mucho más en los consumos. Homologa un consumo medio de 4,0 l/100 km, con unas emisiones de CO2 de 103 gr/km, lo que le eximen del pago del impuesto de matriculación.
Se trata de la opción más aconsejable para la mayoría que busque un Mégane diésel y viaje cargado. Por debajo se sitúan los dCi 90 (no con este acabado) y dCi 110 (con el que sí se puede elegir el cambio automático). Viendo cómo se desempeña el de 130 CV, estos se me antojan algo escasos para afrontar repechos y adelantamientos con solvencia. Quien desee algo más potente cuenta con el dCi 165 ligado al cambio EDC6, exclusivo del Mégane GT.
En los tiempos que corren la mayor parte del público se decanta por compactos de gasolina, Para ellos, Renault ofrece tres opciones para el Mégane: 1.2 TCe 100, 1.2 TCe 130 y el 1.6 TCe 205 (sólo con cambio automático EDC). Bueno, en realidad son cuatro, no nos olvidamos del Mégane R.S. 2018 y su motor 1.8 TCe con 280 CV, pero eso son ya palabras mayores.
Comportamiento
En los primeros kilómetros ya advertimos que el motor responde muy bien desde la zona baja del cuentavueltas, es bastante apreciable que la entrega del par máximo comienza antes de las 2.000 rpm. Esto resulta muy de agradecer en ciudad. Si bien en los primeros instantes el ralentí se aprecia bastante, en cuando alcanza la temperatura óptima de funcionamiento el coche demuestra que está muy bien insonorizado.
Esa es la mayor virtud del coche, lo que los ingenieros han buscado en su desarrollo: alcanzar el máximo confort. El motor no destaca por un empuje salvaje, sino porque mueve al conjunto con solvencia (el coche pesa casi 1.400 kg). El cambio manual tiene unos recorridos largos, pero bastante precisos, acordes con la filosofía del Mégane.
En cuanto a los consumos, claves para quien busca un compacto diésel, se muestran comedidos. Incluso en carreteras de montaña manteniendo un alto rango de revoluciones, no pasamos de 5,8 l/100 km y manteniendo ritmos más tranquilos es más que posible bajar de 5 l/100 km sin tener que contenerse demasiado a la hora de usar el pie derecho.
La configuración de las suspensiones tira a blanda, buscando también la comodidad de conductor y ocupantes. Esto no se traduce, en todo caso, en inclinaciones de la carrocería excesivas al afrontar curvas enlazadas, salvo que alcancemos velocidades extremas. Y en los recorridos urbanos, al sobrepasar badenes y resaltos, tu espalda agradecerá esta puesta a punto de chasis. En autovía tmpoco pierde el aplomo al pasar por las juntas de dilatación a velocidades altas.
En definitiva, un coche que se comporta de manera muy equilibrada en todo tipo de vías. No destaca especialmente en ninguna de ellas en concreto, pero acaba consiguiendo un notable en todas. El motor no se disfruta por su potencia máxima, sino porque siempre ofrece respuesta en el rango de revoluciones al que uno acostumbra a llevar el coche normalmente. Quien busque deportividad, el Mégane cuenta con versiones sobradamente preparadas para una conducción más espirituosa.
La dirección tiene un tacto bastante artificial, debido a las asistencias eléctricas. Se trata de un aliado estupendo a la hora de maniobrar o de moverse por ciudad, pero transmite poca información al conductor, algo habitual en todos los coches hoy en día salvo contadas excepciones.
Opinion coches.com
El Mégane es un coche sencillo de conducir, que rinde de manera segura y noble en cualquier entorno y circunstancia, con un motor solvente que mantiene los consumos a raya y con una comodidad superior a muchas alternativas. Y todo ello sin perder aplomo cuando buscas una conducción algo más animada (que no extrema) El compromiso de la marca para que se defienda bien allá por donde circula es notorio.
Este acabado es más que completo y tiene un precio (con descuentos) que explica muy bien por qué es uno de los favoritos del mercado. Localizar un vehículo de su segmento con tantos detalles estéticos, tecnología y comodidades como la función masaje no resulta tarea sencilla… al menos con un presupuesto modesto, claro.
Y es que tecnológicamente es un producto, a pesar de haber sido presentado hace ya un par de años, de los más completos del mercado. Le queda en su “debe” contar con unas plazas traseras algo menos capaces que sus competidores y un maletero con alguna solución práctica más, pero bien es cierto que la versión familiar cubre estas carencias.
- Comportamiento equilibrado y cómodo, fácil de conducir
- Motor versátil con consumos reducidos
- Buen nivel de dotación, sin que se dispare el precio
- Plazas traseras menos amplias que sus alternativas
- Ubicación de algunos mandos algo confusa
- Dirección con pocas concesiones al dinamismo
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