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Mario Nogales

Toyota GT86, prueba a fondo de un deportivo purista y divertido

«Ya no quedan coches como los de antes«. Es una frase que, tristemente, he escuchado bastante en los últimos tiempos. Las tendencias cambian y actualmente las marcas aprueban por los SUV, esos vehículos tan demandados por el público y que ofrecen principalmente amplitud y comodidad. Pero todavía queda un grupo importante de puristas que prefieren las sensaciones ante lo anterior, para ellos es el Toyota GT86 que probamos esta semana.

Este coupé de la marca nipona llegó al mercado hace ya un lustro. El objetivo era volver a los orígenes en cierta forma, creando un deportivo con el que disfrutar al volante y que a la vez estuviera al alcance de un público joven y, a veces, inexperto. La fórmula estuvo clara desde el principio: que fuera compacto y ligero, con tracción trasera, con un motor atmosférico no demasiado potente y un precio razonable.

Lo cierto es que llama la atención que un coche como el GT86 se cuele en una gama repleta de híbridos como es la de Toyota. Pero se trata de un vehículo que hace homenaje en primera instancia al Corolla AE86 de los años 80 y también, aunque en menor medida, al mismísimo Toyota 2000GT. En definitiva, no es un modelo que aportará volumen de ventas (en Europa se han vendido unas 17.000 unidades desde 2012), pero es un producto de nicho que vemos más que necesario y que tiene sentido. Os dejamos pues, el resumen de la prueba y nuestra opinión:

Exterior

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El Toyota GT86 2017 que tenemos entre manos cuenta con una serie de cambios respecto al lanzado en 2012, principalmente a nivel estético. Se trata de un lavado de cara que introduce una imagen algo más agresiva y afilada. Sin embargo, las dimensiones se mantienen exactamente iguales, con 4,24 metros de largo, 1,77 metros de ancho y solamente 1,28 metros de alto. La distancia entre ejes se queda en 2,57 metros.

El frontal es la parte más afectada por los cambios, pues presenta una parrilla de nido de abeja de mayores dimensiones, que integra en la parte superior la matrícula. El logo de Toyota va en la parte inferior del capó y a ambos lados tenemos unos nuevos faros delanteros LED que tienen como detalle un ’86’ en su parte exterior. En la parte inferior vemos como el paragolpes tiene una forma más acusada y en los laterales los pequeños antinieblas.

Si lo miramos de lateral destaca el perfil bajo del GT86, con un morro alargado y la cabina situada bastante atrás, en honor a su antecesores espirituales (los 2000GT, Supra o Celica). En este nuevo modelo estrena llantas de 17 pulgadas y diez radios, situadas en los abultados pasos de rueda. Sobre el techo cuenta con una antena tipo aleta de tiburón y desde ahí el techo cae de manera pronunciada hasta la tapa del maletero.

La zaga es sin duda una de las partes más llamativas del Toyota GT86 y también la que menos cambios recibe. En primer lugar por el gran alerón trasero, que es ahora más grande (gana altura y longitud) y hace que no pasemos desapercibidos. Los pilotos traseros ahora son LED y mantienen su forma, al igual que el paragolpes. En la parte inferior se sitúa el difusor trasero que acoge a ambos lados dos salidas de escape, de 86 mm cada una haciendo justicia a su nombre.

Interior

El habitáculo del Toyota GT86 va bastante acorde a lo que vimos en el exterior. Es deportivo y no tiene demasiadas concesiones al lujo. Incluso podríamos decir que es bastante espartano, en el sentido de que contamos con lo extrictamente necesario y nada más. La calidad percibida mejora gracias al revestimiento de Alcántara de algunas zonas del salpicadero y en los asientos de nuestra unidad (opcional) y a algunas molduras que imitan la fibra de carbono, aunque sigue contando con algunos plásticos menos agradables.

En la consola central encontramos una pantalla táctil de 6,1 pulgadas, que opcionalmente lleva el navegador Touch 2 & Go, por debajo un reloj digital LCD con números en rojo de aspecto anticuado. Los controles de la climatización tienen la misma tipografía, aunque los botones inferiores ganan en aspecto. En la zona baja la palanca del cambio manual, los botones del control de estabilidad y los de los asientos calefactables.

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En el interior las principales novedades están en el puesto del conductor. El Toyota GT86 estrena volante, que tiene un diámetro de 36,2 centímetros, el más pequeño que montan. Tiene el logo con el ’86’, un tacto notable y cuenta con algunos botones para controlar el sonido y el ordenador de a bordo. En la instrumentación estrena una pantalla TFT a color de 4,2 pulgadas, que nos da algunos parámetros tan interesantes como las fuerzas G, las curvas de potencia y par o un cronómetro para medir los tiempos por vuelta.

A estas alturas ya adivinarás que este coupé 2+2 no es uno de los vehículos más habitables del mercado. El acceso a las plazas delanteras es algo incómodo porque los asientos van situados muy cerca del suelo. Las plazas no son aptas para claustrofóbicos y, aunque por mi estatura iba bien, las personas a partir de 1,85 metros tendrán problemas. Las plazas traseras son más adecuadas para niños (y pequeños), no hay apenas espacio para las piernas y dependerán de como se regulen el asiento piloto y copiloto.

Maletero

El maletero del Toyota GT86 tiene 243 litros de capacidad, una cifra no muy destacable, pero comprensible para el concepto que se busca. Una de las desventajas es la boca de carga que es bastante estrecha y por la cuál nos costará acceder al fondo del maletero.

La parte positiva es que en su interior cuenta con unas formas rectas y aprovechables, suficiente para llevar el equipamiento de dos personas. Si necesitamos más espacio bastará con abatir los asientos traseros (60:40) y quedará una superficie plana. Bajo el piso encontramos un kit reparapinchazos.

Equipamiento

El equipamiento del Toyota GT86 es bastante bueno de serie, de hecho solamente tenemos un acabado, por lo que apenas habrá opciones. El denominado acabado Sport cuenta con faros LED (delanteros y traseros), llantas de 17 pulgadas, tapicería de tela negra, pedalier de aluminio, sistema multimedia Touch 2 con pantalla de 6,1 pulgadas, pantalla multi-información de 4,2 pulgadas, climatizador bizona, sistema de arranque en pendiente o control de estabilidad VSC Sport (modo Track).

Como decíamos, se trata de un equipamiento bastante cerrado, pues tenemos solo dos opcionales que elegir. Nuestra unidad de pruebas contaba con ambos, el sistema de navegación Go (con Bluetooth, acceso a apps y un precio de 600 euros) y la tapicería de piel y Alcántara (con asientos delanteros calefactables y un precio de 1.500 euros). Otros extras son el sistema de sonido premium o el film protector del paragolpes trasero.

Motor

Lo mismo pasa con la gama de motores del Toyota GT86. Solo se puede elegir una única opción mecánica, la misma que en un tal Subaru BRZ. Supongo que si habéis llegado leyendo hasta este punto, tendréis claro que el BRZ y el GT86 son hermanos mellizos, coches técnicamente iguales desarrollados sobre la misma plataforma y con la misma mecánica. Solo hace falta levantar el capó y ver la inscripción en el motor.

Como empezábamos diciendo, la turboalimentación no tiene cabida en estas líneas. El motor se trata de un cuatro cilindros bóxer de 2.0 litros de origen Subaru al que se ha añadido la inyección directa D-4S de Toyota. El resultado es un atmosférico con 200 CV a 7.000 rpm y 205 Nm de par entre las 6.400 y las 6.660 rpm. Puede ir ligado a un cambio manual o a uno automático, ambos de seis velocidades y siendo el primero sin duda la opción más recomendable.

Nuestra unidad es manual y tiene unas prestaciones que no son demasiado llamativas. Hace el 0 a 100 km/h en 7,6 segundos y alcanza una velocidad máxima de 226 km/h. Tampoco obtendrá consumos bajos, homologa 7,8 l/100km y tiene unas emisiones de CO2 de 180 g/km.

Comportamiento

Pero basta de cháchara, el Toyota GT86 no es un coche al que admirar desde fuera, sino con el que disfrutar al volante. Nos tiramos al interior (vamos casi en el suelo con las piernas estiradas), fijamos nuestra espalda entre los semibaquets (que no nos dejarán movernos en curva) y pulsamos el botón de arranque. Un sonido agradable nos llega desde los escapes, es un punto bastante bien conseguido en el coupé, aunque siendo algo canallas nos gustaría que sonara un poquito más.

Tenemos un motor atmosférico bajo el capó y eso hay que tenerlo presente desde el primer momento. La entrega de potencia no será tan lineal como en los turboalimentados, aquí apenas tenemos potencia por debajo de las 3.000 revoluciones. Para sacarle el máximo partido al Toyota GT86 tendremos que situarlo entre las 5.000 y las 7.000 vueltas, sin miedo y sin piedad. Incluso en algunas ocasiones nos incitará a buscar el corte, situado cerca de las 7.500 rpm.

Para algunos esto puede ser un hándicap, pues te obliga a jugar constantemente con el cambio para alcanzar el régimen óptimo. A mi más que una desventaja me parece una virtud, y más teniendo el cuenta el sobresaliente tacto de la caja manual. La palanca pequeña y los recorridos cortos y precisos, te aseguro que se disfruta cada subida o bajada de marcha. No se me pasaría por la cabeza elegir el cambio automático en este coche.

El comportamiento dinámico y la puesta a punto son tan buenos como esperábamos. Se trata de un coupé ligero, que pesa solamente 1.297 kg y que nos ofrece muchas sensaciones desde el minuto uno. Por supuesto, la tracción trasera es clave para conseguirlo, siguiendo la fórmula mágica que planteábamos al principio. Gracias a ello encontraremos en el Toyota GT86 un coche juguetón y controlable a la vez.

Porque en situaciones normales tenemos un coche bastante fácil de dirigir, con un control de estabilidad VSD que saldrá al rescate si detecta pérdidas de tracción. Pero gracias a dos botones podemos regular este parámetro. Por un lado nos deja desconectarlo por completo, algo no demasiado recomendable en carretera abierta. El punto intermedio es el modo Track, que minimiza la acción del control de tracción, permitiendo cierto deslizamiento del tren posterior y haciéndonos pasar muy buenos ratos.

Porque creo que el Toyota GT86 es un buen ‘coche escuela’ con el que iniciarse en la tracción trasera. Su potencia hace que sea controlable y nada excesivo y sus reacciones hacen que pocos errores sean imperdonables. El tacto de la dirección es sobresaliente, nos ayuda a coger confianza rápidamente con un tarado deportivo comunicativo. Aún así tendremos que tener en cuenta que la tendencia sobreviradora estará bastante presente.

Aunque tenga una imagen algo estridente, no es tan fiero el león como lo pintan, el GT86 es bastante utilizable día a día. Vale que la suspensión es bastante dura, pero no la encontramos nada extrema. La delantera es tipo McPherson y la trasera de doble horquilla, ambas han sido revisadas e incluso me atrevería a decir que no resultarán del todo incómodas incluso en viajes largos.

Lo mismo ocurre con los consumos, algo elevados pero nada descabellados. Al final de la prueba tenemos una media de unos 10 litros, aunque en autovía hemos podido rondar los 7. Lo ‘malo’ es que este coche nos llama constantemente a acudir a nuestro tramo de montaña favorito y eso claramente no beneficia el consumo.

Opinión coches.com

En definitiva el Toyota GT86 es un coche de nicho, hecho especialmente para aquellos que valoran la conducción y las sensaciones al volante por encima de todo. Tras la renovación nos encontramos con un coche más agresivo estéticamente, con un par de pinceladas necesarias en el interior, pero con la misma esencia con la que fue concebido. Su condición de coupé 2+2 con unas plazas traseras muy pequeñas y el maletero algo justo, no lo harán muy amigos de quien necesite mucho espacio.

Sin embargo, su ligereza, la tracción trasera y el motor bóxer de 200 CV lo convertirán en un vehículo tremendamente divertido. Mucho se ha hablado acerca de su potencia y si es suficiente o no. Desde mi punto de vista y en el concepto que se busca, creo que sí es suficiente, además ayuda a mantener su simplicidad y tradición. Uno de los modelos del mercado que ofrecerán más emociones por un precio razonable. Parte de 32.990 euros con cambio manual y hay que sumar 2.000 euros extra si se opta por el cambio automático.

Lo mejor

  • Ligereza y deportividad
  • Tacto del cambio manual
  • Relación precio/sensaciones

Lo peor

  • Equipamiento bastante cerrado
  • Plazas traseras muy limitadas
  • Potencia en bajas

Galería de fotos:

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  • Toyota GT 86
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