Se suele decir que no hay nada nuevo bajo el sol. Este dicho, que significa que todo tiene un precedente, se cumple a rajatabla con el Armstrong Phaeton de 1896. Se trata de un vehículo casi desconocido, un coche híbrido con características que no serían comunes hasta décadas después o incluso un siglo. Este diseño tan ambicioso fue creación de Harry E Dey, un visionario que tenía un enorme interés en el coche eléctrico y en resolver su gran talón de Aquiles… la autonomía. ¿Te suena, verdad?
El primer diseño de automóvil de Dey se completó en 1895. Y era tan innovador que se hizo bastante famoso entre los fabricantes de automóviles del siglo XIX. Entre ellos, la Roger Mechanical Carriage Company de Nueva York, que había importado el Roger Motor Carriage de Francia para desarrollar una versión que se fabricase en Estados Unidos. Ficharon a Dey para que estudiase el coche, pero este genio decidió crear un vehículo totalmente nuevo, fusionando sus intereses en el coche eléctrico con el deseo de su cliente en tener un vehículo de gasolina.
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Fue la Armstrong Company de Bridgeport, Connecticut, quien recibió el encargo de construir el prototipo. Tenían experiencia y capacidad de producción. Dey había diseñado un automóvil a partes iguales eléctrico y de gasolina. Su idea maestro fue utilizar una dinamo eléctrica como volante de inercia del gran motor bicilíndrico bóxer. Así, el motor podía cargar sus baterías de almacenamiento para funciones como el encendido y la iluminación, pero también girar el motor para arrancar. Contaba con solenoides en las carcasas de las válvulas de admisión para usarse como compresores, mientras hacían girar el motor eléctricamente. La dinamo del volante motor permitiría incluso propulsar el vehículo únicamente con energía eléctrica.
Las innovaciones de diseño de Dey no se quedaron ahí. También la transmisión era sorprendente. Un embrague operado eléctricamente unía motor y la transmisión y se activaría gradualmente a medida que aumentara la velocidad del motor, generando más potencia de dinamo.
Ese cambio de tres velocidades tenía un diseño de malla, acoplado mediante un sistema de llave deslizante y la mitad de los engranajes eran de cuero para reducir el ruido. Los cambios de marcha se realizaban girando la rueda selectora de la columna de dirección. El embrague eléctrico conectaba y desconectaba automáticamente la potencia del motor durante los cambios de marcha.
El motor de combustión interna era un bloque de gasolina de dos cilindros opuestos de 6.500 cc con el volante motor enrollado en la dinamo o el novedoso sistema de encendido automático… que se adelantó al de Cadillac –que se llevó el mérito– nada menos que 16 años. El chasis es de construcción tubular y su mitad trasera sirve como escape y silenciador. Un coche convencional habría tenido un timón, pero el Armstrong contaba con volante. Años adelantado a su tiempo.
Una vez construido, en 1896 los ejecutivos de Roger Mechanical Carriage Company formaron la American Horseless Carriage Company y anunciaron el diseño de Dey como su nuevo producto. La revista Horseless Age publicaba ese mismo año la descripción del nuevo carruaje:
«El volante está construido como una dinamo, que por rotación carga una batería de almacenamiento, transportada en el vehículo. En el momento de arrancar, el maquinista acciona un interruptor que descarga la batería de almacenamiento a través de la dinamo, convirtiéndola durante unos segundos en un motor, que al estar sobre el cigüeñal principal da rotación y elimina la necesidad de arrancar el volante con la mano. Después de que el motor da algunas vueltas, el cilindro retoma su trabajo y la batería se desconecta del dinamo, que luego actúa como un volante».
Solamente se fabricó un Phaeton por Armstrong. Básicamente era un prototipo, pero podía circular, era totalmente funcional. Era algo común en los primeros estadios de la industria del automóvil y muchas empresas cerraban antes de lanzar un producto al mercado. Tanto Roger Mechanical Carriage Company como American Horseless Carriage Company cerraron en 1896. El Armstrong permaneció en las fábricas de Bridgeport y no se vendió hasta muchas décadas después.
El Armstrong era una curiosidad que languidecía en un rincón de una antigua fábrica hasta 1963, resistiendo incluso los daños de una inuncación. Ese año un empleado lo llevó a su garaje y fue allí donde lo descubrieron en 1995 para pasar a la Colección McGee, dedicada a automóviles fabricados en Connecticut. Hasta que decidieron que era demasiado importante y lo cedieron a un coleccionista que quería reconstruir este pedazo de historia: Robin Loder, un veterano entusiasta de Reino Unido adquirió el automóvil y lo devolvió a sus condición original. Orgulloso se su logro, lo vendió a un estadounidense.
En 2015 su nuevo dueño lo envió a Holman Engineering para resolver algunos problemas técnicos pendientes desde su restauración en los sistemas eléctricos y mecánicos. También hubo que arreglar un defecto importante diseño original. La tremenda potencia del motor se transmitía a unas ruedas de madera de carro que no estaban pensadas para gestionar tanto par, de ahí que tuviesen muchas grietas y evidencias de varias reparaciones. Superado este problema, el Armstrong se mueve más seguro en carretera.
En estado para poder ser usado sin problemas, este vehículo cambió de manos en 2016 por un precio de 483.400 dólares. Una cifra nada descabellada por el coche híbrido más antiguo de la historia, con un sistema de propulsión que muchos hoy cacarean como novedoso… y que como ves tiene mucha historia detrás.
Fuente: Bonhams
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