En enero de 2010, Spyker, un pequeño fabricante de deprotivos, anunciaba la compra de Saab a General Motors. No fue una buena decisión para Saab, como pudieron comprobar en sus propias carnes, y tampoco para Spyker, que se declaró en bancarrota después de que un tribunal determinase que la marca de deportivos no sería capaz de hacer frente a sus deudas.
Cuando parecía que el fabricante holandés estaba condenado a la desaparición, logró escapar de la suspensión de pagos gracias a la concesión de un préstamo en enero de 2015. Sin duda, un soplo de aire fresco para los holandeses, que ahora, ocho meses después, asegura que ha solventado con éxito su proceso de reestructuración y que ha saldado todos sus compromisos. Además, ha conseguido nuevos inversores, como la empresa Volta Voltare, fabricante de aviones eléctricos con sede en Oregón (EE.UU.) y con la que parece que habrá una fusión en un futuro próximo.
¿Y qué pinta una empresa de aviones eléctricos fusionada con Spyker? En su mente, desarrollar de forma conjunta este tipo de motores. Volta Voltare fabrica ya GT4, un avión eléctrico privado con un chasis de fibra de carbono, una disposición de asientos 2+2 y un motor de 300 cv; ingredientes más que significativos de cara a una futura colaboración y al establecimiento de sinergias entre las marcas, pudiendo extrapolar los avances al mundo del automóvil.
Si se da el caso de una cooperación fructífera, los holandeses seguirán el camino trazado por la Spyker original, fundada por Jacobus y Hendrik-Jan Spyker en 1880 y que también debido a problemas económicos, desapareció en 1926. Aquella empresa ya fabricó aviones para la Primera Guerra Mundial, de ahí el logo en forma de hélice. ¿Podríamos ver entonces en un futuro próximo un Spyker B6 Venator (o su alucinante versión descapotable) pero con motor eléctrico? Ahora mismo, es lo más probable.
Fuente: Automotive News