Todo parece predestinado a que la electrificación sea la absoluta protagonista en el futuro de la automoción. Se dice que es la tecnología más limpia, por lo que se pone trabas a otras alternativas y a los fabricantes no les queda otra que fomentarla. Sin embargo, hay cuestiones que también deben ser tenidas en cuenta y que preocupan a las autoridades. Y es que las baterías de los coches eléctricos siguen siendo un problema y su reciclaje debe ser más eficiente para que la electrificación tenga sentido en los años venideros.
La Unión Europea quiere estrechar el cerco alrededor de las baterías que más impacto generen en el medio ambiente. De hecho, a partir de julio de 2024 los fabricantes estarán obligados a informar sobre la huella de carbono completa de su producto, desde la extracción de los materiales hasta el reciclaje. Esos datos se utilizarán para establecer un límite máximo de CO2 que entrará en vigor a partir de julio de 2027. Porque, aunque estas baterías sean más sostenibles que quemar combustible a base de petróleo, es importante también reducir sus efectos negativos en el ecosistema.
La nueva ley de la Unión Europea, que se aplicará también a los combustibles fósiles, requiere que los fabricantes identifiquen todo impacto generado durante el proceso de producción. En el caso de las baterías aparecen también nuevos objetivos de reciclaje. A partir de 2027, los fabricantes tienen que ser capaces de recuperar el 90 % del níquel y del cobalto utilizados, además de un 50 % del litio. Por otro lado, a partir de 2031 se les requiere poder reutilizar el 95 % del níquel y cobalto, y un 80 % del litio.
Se plantea como algo positivo para la industria, pues garantizará que los fabricantes europeos cumplen esos estándares y se penalizará a las baterías procedentes de otros lugares cuando hagan uso de energías no renovables. También se impulsarán inversiones para aumentar esa capacidad de reciclaje y se crearán nuevos puestos de trabajo en esta actividad. Todavía faltan detalles sobre esta nueva ley de la Unión Europea, que deberían ir saliendo de cara a verano de 2023, justo un año antes de su instauración.
Fuente: Transport & Enviroment